Con cierto atraso escribo. Después de todo me he propuesto escribir los lunes y los jueves pero estamos a sábado y justamente ahora es que me viene la así llamada inspiración. Debe ser que días cómo hoy es que me permito ver la vida desde otra perspectiva o quizás desde un balcón lo suficientemente alto para analizar las cosas fríamente. Después de todo, es difícil estar con jóvenes y no darme cuenta de tantas cosas importantes. Entre ellas, las siguiente:

La vida es un don. ¿Te das cuenta?: ¡Te has levantado hoy! Puede que porque hayas escuchado el reloj despertador, porque los gritos de tu padre o de tu madre hayan estremecido ese espacio de aire que separa tu habitación del resto de la casa, o porque por algún extraño motivo tus pensamientos no hayan permitido que cerraras los ojos más de un breve espacio de minutos. Sin embargo, si lees esto, y aunque no lo hicieses, estás vivo.

Estás vivo, si ves, para mirar un amanecer, para aprehender las bellezas de la naturaleza, para disfrutar los colores de un helado en verano, de  las flores rosas en primavera; si escuchas, para experimentar el bizarro sonido de la ciudad, el silencio enternecedor del campo, la armoniosa melodía de un pajarillo por la mañana; si hablas, para decirle un te quiero a quien te encuentras en el camino, para hacer y comunicar un proyecto, para creer que puedes llevarlo adelante, para convencer a otros que compartan sus sueños. Y si sientes,  para dar un beso, estrechar a alguien con un abrazo, robarle a alguien una sonrisa. Sí, estás vivo, para romper barreras, para pensar en un mundo nuevo, para luchar por aquello que rompe con la armonía del universo, para encontrar a Dios en los pequeños momentos y detalles del día. Y escribiendo de detalles, estás vivo porque por alguna razón de la naturaleza tu corazón continúa latiendo, tus pulmones continúan recibiendo aire, tu cerebro continúa procesando información y posibilitando todo aquello de lo que nunca te das cuenta.

La pregunta es, ¿qué haces con todo ello, con todas las posibilidades? Por que al final la muerte deja el recuerdo, la esperanza y la alegría. El recuerdo de todo lo que hiciste, de todo lo que fuiste, de todo lo que AMASTE. Así, la muerte es ese breve momento en el que cuando cruces a la puerta y veas atrás, te darás cuenta de todo el AMOR que sembraste, de lo mucho que diste, y de las posibilidades que alguna vez abandonaste. Y para los que viven, la muerte se convierte en una esperanza; la del  «Hasta Luego», un «Hasta Siempre», un «Sabemos que estás bien»; será ese recuerdo de quien dejó una huella imborrable. Y alegría, de haberte conocido, de haber estado contigo, de haber compartido contigo. Pero creo que para todo ello, hace falta AMAR, y eso, eso solo es cuestión de reconocer que: LA VIDA ES UN DON QUE DURA UN INSTANTE. Pero hace falta valentía: ¿quién la tiene?