Son las 1130 de la noche. Antes de dormir, la única pregunta que me hago es: ¿cómo hacer para que esto que vamos viviendo los que estamos participando de este así llamado «campamento solidario Madrid 2013» no quede solo en un barullo sin transcendencia?

Sí, no deja de ser impactante el ver otras realidades fuera a nuestro entorno socio-cultural: gente que antes podía pagarse la comida diaria ahora tiene que ir a un comedor social; niños que afrontan problemáticas caseras y encuentran cierto consuelo y alivio en actividades de verano; ancianos que viven la soledad y la crudeza de la pobreza; ver el mundo supuestamente desde abajo. No deja de ser algo que rompe nuestra momentánea comodidad o una experiencia que supuestamente nos lleva a valorar lo que tenemos, a prescindir de aquello que es superfluo, o a pensar un poco en que estamos haciendo algo por el mundo. Claro que es inquietante e interpelante el notar cómo los otros sufren cuando su situación es injusta o es producto de un estructurado sistema de marginaciones.

Pero, ¿luego qué? Y es que si tan solo nos quedamos en esa mirada «solidaria» sin implicarnos a fondo, mucho de lo visto y experimentado podría quedar siendo una quimera o una ensoñación que al transcurrir la noche o al ser llevaderas nuestras obligaciones se desvanece. Mucho podría servir de excusa para anteponer la «falta de acción de los políticos» a nuestra acción concreta, incluso con nosotros mismos; o más aún, podríamos servirnos de la excusa de la juventud como pretexto para decir que «no se puede hacer nada«.

Pero implicarse, ¿y eso qué significa? Quizás mientras voy caminando con todos estos jóvenes voy aprendiendo que significa, a nivel global:

  • Escuchar-ver-sentir: lo que viven, lo que son, sus inquietudes, sus fortalezas, sus capacidades y sus debilidades. Solo así, entrando en su mundo sin juicios o prejuicios, sin pretextos y señalamientos, es que puedo comprender cómo debo caminar.
  • Pensar-soñar-proponer: Lo primero, porque hace falta dar una respuesta a lo que tácitamente preguntan o plantean y eso requiere un ejercicio reflexivo, si bien es cierto, no inminente, si rápido y urgente (porque las preguntas y las respuestas se han de sintetizar en 140 caracteres). Lo segundo, porque hace falta imaginar posibilidades, planes, proyectos; algo que le de una consistencia a todo lo vivido. Lo tercero, porque hay que adelantar un camino, mostrar una meta que cada vez se haga alcanzable pero superable, señalar un camino no igual al mío pero sí abierto a ser recorrido por dos.
  • Hacer-Aportar: porque solamente así, ya asentando los los pensamientos, los sueños y las propuestas en la realidad es que se puede vivir de verdad. Ya cuando todo adquiere un criterio, cuando todo va fundamentándose, es posible una apuesta, y una verdaderamente a ganador (porque todos ganamos, todos buscamos la felicidad).

Sí, al final, implicarse supone caminar…¿hasta donde llegaremos? Espero que a un mundo mejor ya que el Reino de Dios, en personas entregadas, se ha incoado ya.