Muy bien, todo lo que ya escribí sobre la comunidad es algo muy poético o prosaico. Es un ideal que sostiene la vida y las fuerzas a cada momento. Por ello se hace preciso plantear algunos rasgos de la realidad sobre la que se asienta esta dinámica ideal que hay que construir día a día.

Bueno, después de todo, desde ese primer «buenos días» que nos prodigamos hasta la última «buenas noches» antes de entrar en nuestras habitaciones, se dan toda una serie de situaciones que denotan quienes somos, lo que nos mueve y lo que nos constituye como religiosos convocados  para vivir con «una sola alma y un solo corazón orientados hacia Dios».

Por ello, las dificultades que se dan siempre son un buen síntoma de que somos personas, de que algo existe en nuestro corazón y de que aún estamos vivos. El problema sobreviene cuando estos pequeños tropiezos se convierten en verdaderos obstáculos que imposibilitan una vida en común. Por lo tanto, mientras haya una sana tensión que involucre una fidelidad creativa para su resolución todo irá por los causes de la normalidad propiamente.

Yo creo, para no hacerme farragoso y sobretodo para hablar desde mi propia vida, que los problemas devienen en muchos casos de los siguientes puntos, puestos en positivo dado que solo así es posible construir e ir a más.

  • Comunicación: esta dimensión involucra gran parte de nuestra vida comunitaria. En definitivo, somos seres sociales que constantemente se están comunicando y expresando cosas de sí. Esto no implica necesariamente una verbalización del contenido de nuestras ideas dado que también va inherente un lenguaje no verbal: lo que dice nuestro cuerpo, nuestra mirada e incluso el tono de nuestra voz. La dificultad se da cuando la interpretación que hacemos de lo que percibimos tanto explícita cómo implícitamente de lo que está diciendo el otro es errónea.  ¡Cuantos dolores de cabeza se dan en este sentido hermenéutico! Sin embargo, es algo con lo que hay que aprender a vivir continuamente. No por gusto, alguien a quien aprecio mucho una vez me dijo: «habla, exprésate, dilo todo (aunque no a todo el mundo): date gusto diciendo quien eres y lo que significan tus acciones. Solo así los demás te podrán conocer de verdad y comprender lo que estás comunicando».  Creo que esta es la clave de la comunicación: ser tal cual uno es. 
  • Alteridad: en este plano entramos en la esfera de los prejuicios, de las etiquetas, de los preconceptos y de la verdadera aceptación existencial del «otro» en cuanto «otro». Después de todo, nadie debería ser manipulable; más aún, nadie debería ser presa de nuestra manipulación y recreación a nuestra imagen y semejanza. Al final, el otro, el que vive conmigo es quien es y eso tan solo él lo puede cambiar. El problema está cuando se me olvida todo lo anterior y cuando sencíllamente mi comprensión de la otra persona está velada por mis principios y mis criterios únicamente.  Sí, hay normas y hay valores superiores, pero cuando son los míos se rompe la comunidad, se rompe el crecimiento de las personas e incluso, se rompe con la realidad de cada cual.
  • Autenticidad: lo más hermoso es ser quien uno es, sin miedos, angustias o expectativas malsanas. Ser auténtico y coherente con las ideas que se tienen, que configuran a la propia persona. Más a fondo, ser coherente con la historia que se ha tenido, que se ha vivido, que se ha sufrido. El problema es querer ser otro, aparentar, vivir con miedos por temor al regaño o a la soledad. Es la dificultad de quien vive esperando la aprobación de los demás. Me ha pasado a mí, y cuanta energía perdí en esa búsqueda de la sonrisa del otro a costa de mi propia coherencia y credibilidad. Me equivoqué tantas veces en ellos, y vaya que si he roto corazones por no ser quien soy para mí y para el otro. Además, al perder credibilidad, se pierder la confianza de los demás. Después de todo, los otros esperan de uno en cuanto saben que esperar y esto solo se consigue cuando se conoce quien es realmente la otra persona. Pero, cuando eso se desconoce, ¿qué esperar? ¿acaso es posible esperar? Yo creo que no.

Son pequeños rasgos de las dificultades que se viven día a día. Uno mismo a veces deja de ser comunicativo, cuando se deja de reconocer de modo egoísta al otro y cuando la oscuridad de los comportamientos comienzan a tener la nota sonante.  Se dan una serie de problemas que generan grandes tensiones ante las cuales se puede volver la mirada o afrontar de modo real. La opción está en cada cual.