Hola Sergio.

Quizás parezca algo extraño lo que voy a escribirte. No te preocupes, es el modo de desahogarme ante la noticia que me han dado hoy. Sí, supe de tu muerte. No es fácil explicarte cómo la he encajado. Después de todo, al estar lejos, la información me ha llegado a cuenta gotas y aún no sé qué fue lo que te pasó. Sigo esperando por el informe y mientras tanto, una lágrima brota de mis ojos cuando caigo en la cuenta de que ya no estarás.

Es difícil pensarlo, tú, una persona de 25 años, ¿qué sentido tiene? ¿Qué lógica se puede encontrar en tu fallecimiento? Creo que ninguna…no la existe aunque estoy seguro que la ciencia ofrecerá las mejores respuestas que logren explicar la tragedia (lo cual ahora no es que me interese demasiado). La fe y la esperanza en que la muerte no tiene la última palabra en cierta forma hacen de consuelo pero no alivia el dolor ante el vacío que dejas en nuestras vidas, en mi vida. Recuerdos, momentos, palabras, algunas dichas otras que se guardaron en un cajón, gestos, tardes, cercanías y alejamientos: todo queda pausado en el tiempo, todo forma parte de lo que llegamos a construir.

¿Acaso cabe decirte algo más? No lo creo, cada palabra sobraría, cada gesto de consuelo pudiera estar de más. Tan solo me queda estar aquí, mirando al cielo, al saber que allí estás, en un lugar donde la felicidad es plena; tan solo me queda vivir el dolor de tu partida, la desazón de un “hasta luego” que se convirtió momentáneamente en un “adiós”; tan solo puedo vivir este momento, escribirte estas líneas, experimentar el dolor ante tu ausencia.Tan solo me queda decirte, Gracias Hermano. Será hasta mañana, sí, hasta el mañana de un mundo mejor.