Me han estafado. Al menos esa es la sensación que me ha dado lo que me pasó ayer en una tienda adonde fui a alquilar una desbrozadora. Vamos, que fue todo un cúmulo de acontecimientos que se fueron suscediendo uno tras otro irremediablemente hasta desembocar en ese desfalco que me han hecho.

Primero, llegamos (ibamos mi maestro formador y yo) a bucar la máquina que había reservado. La secretaria nos dice: «Uhy, que se la han llevado«. Nuestra respuesta: «pero, ¿cómo así, si la reservamos?«(Primer símbolo de lo venidero)

En fin, tras algo de jaleo y confusión, de preguntas e inconformidades, el chico que había anotado la reserva dijo: «Te prestamos una nuestra, solo dame media hora a que la prepare». Asentimos, y mientras pasaba este lapso de tiempo fuimos a buscar gasolina y aceite. Luego, para ejercer inocentemente algo de presión, regresamos y me quedé yo esperándola. Mientras tanto, solo alcance a ver que el chico tenía un aparato desarmado frente a sí, lleno de cables y demás cacharros. Tras armar ese artefacto, lo probaba y mira por donde que no prendía (Segundo símbolo). Trastear y más trastear, aceite va y viene. Le preguntó mi maestro, ya presente en la escena, «¿va o no va?, por favor dínoslo rápido para no perder más tiempo«. A los dos minutos encendió, la probaron, y sonaba en teoría bien (yo que sé como sonaba. Ya estaba acostumbrado al sonido de la que teníamos en la casa, la cual dentro de todo suena a dañado por lo cual esta me sonaba angelical).

Las indicaciones consecuentes sobre la gasolina: 125 ml de aceite por 4 litros de gasolina. Menos de eso se puede romper el motor. Asentimos y apuntamos las indicaciones. No valía cometer un error dado que el chico nos dijo: «si se daña, ustedes asumen la reparación» (Tercer símbolo). Muy bien, la llevamos. La emoción nos impidió atender a ciertos detalles que ya he mencionado: la máquina la estaban armando, no prendía al comienzo, no quiso cambiar de hilo a cuchilla cuando se lo dije bajo amenaza de no llevarla si no le iba, etc…

Mañana de trabajo, hierba cortada, caracoles saltando por los aires, pajilla en las medias. Las proporciones de gasolina y aceite bien medidas. En fin, menudo jaleo laboral cuyo resultado fue bueno. Creo que nunca había cortando tanta hierba en mi vida en un solo día como ayer.

En la tarde,  como habíamos quedado, la llevé a la tienda. En teoría el costo eran 3o euros el alquiler y solo tenía que dejarla allí. Ojala hubiera sido así, dado que cuando el mecánico(otro chico) la prendío creyó escuchar un ruido extraño (y yo que sé que significa eso de extraño. Es más, no me acordaba ni cómo sonaba en la mañana).

Llegó el chico que me había dado la máquina, y sin mayor examen previo me dijo: «bueno esto tiene una avería en el motor y eso sí que es caro; yo les dije que usaran la correcta proporción de aceite so pena de romper el motor» (Cuarto símbolo). Yo le respondí: «vamos, cómo lo sabes si ni siquiera lo has visto«. Me dijo de vuelta: «vale, la abrimos frente a ti para que veas lo que hay«. Lógicamente yo asentí.

Al menos quería las pruebas empíricas de lo que me decía; no me confiaba tanto de su palabra aunque mi malicia no era la tal para preguntar: «¿qué tenía la máquina antes que nos las diesen?». Lo dicho pues, la abrieron, la analizaron y me confirmaron, aunque no hasta ese nivel, lo que el prestamista me había dicho: pistón rallado, y otro par de cosas de las que ahora ni me acuerdo. Como es de comprender, para un ignorante como yo, todo eso sonaba convincente por lo cual solo me quedó aceptar el dictamen del mecánico.

Me dieron una lista hipotética de los gastos: mano de obra, las piezas a arreglar, y por si acaso otra más. El total, una estúpida cantidad de ****** euros. Me dijeron que hoy llamarían con el presupuesto y con lo que tendríamos que asumir.

Salí de allí desilusionado y con esa extraña sensación que un vive cuando se siente engañado por alguien. ¿Acaso podía hacer algo? ¿Con qué argumentos? Bullían preguntas aunque reconocía que muchas no podían tener respuesta. Se me hacía la mayor estupidez y la máxima inverosimilitud. Manejaba lento para relajar los pensamientos y poderme reír así de todo el acontecimiento.

Mi papá dice: «la casa pierde y se ríe«. Menuda pérdida, eso era lo que más me dolía en ese momento. Solo quedaba la reflexión de los «hubiera» inexistentes para la historia: ¿qué más daba?

Esa es la historia. Lo demás es lo que ha significado para mí.